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Publicado el miércoles, 23 de marzo de 2016

¿Tiempo de calidad o simplemente tiempo?

El tiempo de calidad que pasamos con nuestros hijos ha acabado convirtiéndose en un pobre sucedáneo del tiempo de verdad.


Ahora que estamos de vacaciones, o que los niños están de vacaciones, la organización del tiempo vuelve a ser un tema, como si el tiempo se dejara organizar, en lugar de transcurrir, como si el tiempo fuese de nuestra propiedad y pudiésemos hacer con él lo que quisiéramos.

 

¿Qué hacemos con los niños? Colonia de vacaciones, abuelos, canguros, llevarlos al trabajo con nosotros, tomarnos vacaciones nosotros también y disfrutarlas con ellos… estas y otras alternativas a nuestra disposición que elegiremos en función de nuestro presupuesto y nuestro tiempo, y mientras nos debatamos entre una u otra probablemente aparezca alguien que nos tranquilice y nos diga: “No te preocupes, lo importante no es el tiempo que pases con tus hijos, sino que el tiempo que pases con ellos sea un tiempo de calidad.”

 

¿Alguien sabe exactamente qué significa “tiempo de calidad”? ¿Quiere decir que es el tiempo en el que jugamos con los niños, sentados en el suelo junto a ellos, olvidándonos del resto del mundo? ¿Es tiempo de calidad cuando llegamos del trabajo 20 minutos antes de cenar y los dedicamos enteramente a los niños, aunque sean los únicos 20 minutos al día que les dedicamos? ¿No es tiempo de calidad el que pasa mientras un niño se entretiene solo (con un libro, un juguete, un periódico, dibujando, escarbando en la tierra de la planta del salón o dando golpes con un palo que encontró por ahí) y sus padres están a su lado (ya sea frente al ordenador, leyendo el periódico o lavando ropa)?

 

Claro que tenemos poco tiempo, que se trabajan muchas horas, que los horarios escolares y de la oficina no van acompasados, y que cuando llegamos a casa y casi ni hemos visto en todo el día a los niños es mejor estar en cuerpo y alma con ellos, hacerles sentir que nos ocupamos de ellos, que son importantes para nosotros. Pero a veces me parece que nos quieren vender gato –tiempo de calidad– por liebre –tiempo–. Yo no quiero solo 20 minutos de tiempo de calidad, yo quiero simplemente más tiempo para pasar con mi hijo.

 

Más tiempo para verlo jugar solo, para espiarlo incluso cuando cree que nadie lo ve; más tiempo para que cuando me vea preparando la mesa o la cena me diga “¿te puedo ayudar?”; más tiempo para que me pida que le lea un cuento aunque no sea la hora de ir a dormir. Esto no es posible en ese poco tiempo de calidad que publicitan algunos expertos y los amigos bien intencionados.

 

Ojalá en estos días de vacaciones, todos los padres tengan menos tiempo de calidad y mucho más tiempo a secas para estar con sus hijos.

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